martes, 9 de julio de 2013

FUNCIONAMIENTO NEUROPSICOLÓGICO

Para poder explicar cómo es el funcionamiento psicológico de las personas con SA se han desarrollado diferentes modelos, que si bien han hecho posible entender algunos aspectos, no explican en su totalidad dicho funcionamiento.

Teoría sobre el déficit en la “Teoría de la Mente” (TM). A partir de esta teoría se dan explicaciones sobre las alteraciones y manifestaciones que se observan en las relaciones sociales de los sujetos con SA. Según este modelo, las personas tienen la capacidad de atribuir e inferir estados mentales ajenos. En las interacciones, son capaces de inferir las intenciones, los deseos, las creencias e intereses de otras personas. Ello es posible, por un lado, gracias a la observación  y al contacto con los otros, y por otro lado, a las predisposiciones psicológicas. Desde esta  teoría, las personas con SA, no son capaces de aprender implícitamente en las relaciones  sociales. No son capaces de ponerse totalmente en el lugar del otro, intuir su mundo mental correctamente. Las personas con este síndrome, saben que el otro piensa, que tiene un mundo  mental pero no aciertan a intuirlo en las situaciones cotidianas [10].

El desarrollo adecuado de una teoría de la mente está afectado, pero el grado de  disfunción es muy variable entre estos sujetos. No obstante, pueden llegar a presentar serias  dificultades para: predecir conductas, darse cuenta de las intenciones de otros, entender  emociones (propias y ajenas), para anticipar lo que pueden pensar de su comportamiento, para  comprender las interacciones sociales [11]. Según Attwood [9], estas personas no han  alcanzado una madurez en la capacidad de la TM, lo cual no implica su ausencia sino más bien  una falta de reconocimiento de los estados mentales.

En esta línea, y derivado de la ambigüedad en la TM que presentan las personas con SA,
Daniel Valdez [11] ha desarrollado un estudio para detectar las sutilezas de inferencias  mentalistas y capacidades comunicativas. Sostienen que La valoración de la TM debe  corresponderse a un continuo dimensional y no como todo/nada. Concluyen que las personas  con SA tienen la capacidad pero no consiguen llegar a abstraer las sutilezas mentalistas; tendrían una capacidad alterada. Añaden que a pesar de que pueden llegar a saber sobre los  estados mentales de los otros, a partir de un aprendizaje sistemático, el conocimiento que se  deriva sigue un camino diferente llegando a tener una representación psicológica superior,  aunque distinta, como la desarrollen otras personas.

Teoría del déficit de la “función ejecutiva” (FE). Las funciones ejecutivas son una  serie de habilidades llevadas a cabo por el lóbulo frontal que están relacionadas con la toma de decisiones, con la organización para conseguir metas, con la resolución de conflictos. Incluyen: intencionalidad, propósito, toma de decisiones, planificación, control de impulsos, inhibición de respuestas inadecuadas, búsqueda organizada y flexibilidad de pensamiento y de acción. Según  los defensores de este modelo, las personas con SA presentan dificultades en la FE puesto que muestran pensamientos rígidos, inflexibles y repetitivos; les cuesta tomar decisiones  importantes y, también, organizar y establecer pasos para solucionar problemas [5].

Otras habilidades que están incluidas en la FE son las que tienen que ver con la  reflexión y el autocontrol, el control del tiempo y prioridades, comprensión de los conceptos  abstractos o complejos y la utilización de nuevas estrategias. Según ha observado Attwood, en  un principio tienen problemas para inhibir una respuesta (impulsividad) bajo situaciones de  estrés, sin pensar en las consecuencias o valorar otras opciones antes de actuar. La memoria de  trabajo es menor, lo que les dificulta manejar distintas informaciones a la vez, o presentar  mayores tasas de olvido. Al mismo tiempo, también tienen dificultades para aprender de sus  errores. Y según van creciendo, se van haciendo más evidentes los problemas de organización  [9].

Josep Artigas-Pallarés [10] expone que este modelo da explicación a los patrones  comportamentales rígidos, repetitivos, inflexibles y obsesivos, y también a las dificultades de  planificación, motivación, atención y memoria de trabajo. Pero que se encuentra con varias  objeciones como que estas funciones se desarrollan posteriormente a la aparición de los  primeros signos del síndrome; que estas dificultades no son específicas ni del SA, en particular,  ni de los TEA, en general; y tampoco puede explicar las alteraciones comunicacionales. Teoría de la disfunción del hemisferio derecho. Los estudios llevados a cabo sobre los  hemisferios cerebrales han puesto de manifiesto que el hemisferio derecho es el encargado de procesar la información emocional, información visoespacial e información relacionada con los  gestos y prosodia del habla [5].

Al haber coincidencias entre los rasgos nucleares de las personas con SA y los pacientes  con lesiones en el hemisferio derecho, algunos autores apoyan la teoría de una disfunción de  dicho hemisferio para explicar algunos rasgos observados en ellos. Estas personas presentan un  estilo cognitivo particular que se caracteriza por una mayor puntuación en el CI verbal que en el  CI manipulativo obtenidos a partir de los test de inteligencia. Como las disfunciones tendrían consecuencias en la integración de la información visoespacial y en su organización, en el  procesamiento de información emocional y social o dificultades para dar significado a  información emocional no expresada verbalmente, se puede explicar que las personas con SA  tengan problemas de coordinación, dificultades en las interacciones sociales, problemas con la  comprensión y gestión emocional, adherencia a rutinas, etc. Se ha llegado a postular que en  realidad se estén utilizando dos nombres para hablar del mismo trastorno [1]. Sin embargo,  Belinchon y col., en una revisión publicada en el 2008 encontraron que no todas las personas  con SA tienen un CI verbal mayor que el CI manipulativo [7]. En una investigación llevada a  cabo por Hippler y Klicpera [9] encontraron que el 18% de los niños tenían un CI manipulativo  o de razonamiento visual mayor que el verbal.

Teoría de la “coherencia central débil”. Attwood propone que las dificultades y las  habilidades a nivel cognitivo, social y emocional pueden ser explicadas a través de esta teoría.  Este autor recoge las aportaciones de Uta Frith y Francesca Happé sobre una forma de procesar  la información de los niños con SA. Ellas observaron que estas personas se centraban en los detalles en vez de tener una percepción global.

Según Attwood, explicaría, a nivel cognitivo, que desarrollen discursos largos y llenos  de detalles en vez centrarse en lo relevante con respecto a la idea a transmitir; o recordar más los  detalles de los acontecimientos (que para otros parecería irrelevantes) en lugar de fijarse en las  personas y sus emociones. A nivel social y emocional, mostrarían, por ejemplo, centrarse más  en las normas específicas que regulan las relaciones sociales que en los aspectos más globales  (intenciones) que llevan a romper dichas normas. Lo mismo ocurriría con respecto a la adhesión  a patrones rígidos e inflexibles de conducta. A través de rutinas estas personas dan coherencia y  predictibilidad a la vida que de otra forma les provocan incertidumbre y confusión [9]. No  obstante, en la revisión de Belinchon y col. no encontraron los suficientes apoyos para  confirmar que esta teoría sea el modelo para explicar el funcionamiento de las personas con SA,  aunque los estudios apuntan hacia un modo de ver y percibir la realidad de forma distinta más  que deficiente [7].

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

Martín Borreguero, P. (2004). Síndrome de Asperger. ¿Discapacidad o excentricidad social? Madrid: Alianza.

Asperger, H. (1954). Pedagogía curativa. www.habilidadsocial.com.ar/?page_id=186.

Wing, L. (1981).  Asperger syndrome: a clinical account. http://www.mugsy.org/wing2.htm .

Rattazzi, A. Consideraciones diagnósticas en relación al síndrome de Asperger.
www.ineco.org.ar/material/1240352230s.pdf

Freire, S., Llorente, M., González, A., Martos, J., Martínez, C., Ayuda, R., Artigas, J. (2004). Un acercamiento al Síndrome de Asperger: una guía teórica y práctica. Sevilla:
Asociación Asperger Andalucía, Federación Asperger Andalucía.

Attwood, T. (2002). El síndrome de Asperger. Una guía para la familia. Barcelona: Paidós.

Belinchón, M., Hernández, J., Sotolillo, M. (2008). Personas con síndrome de Asperger:
Funcionamiento, detección y necesidades. ED.: Centro de Psicología Aplicada de la
UAM, Confederación Autismo España, FESPAU y Fundación ONCE.

Martín-Borreguero, P. (2005). Perfil lingüístico del individuo con síndrome de Asperger: implicaciones para la investigación y la práctica clínica. Revista de Neurología,41
(Supl 1).S115-S122.

Attwood, T. (2009). Guía del síndrome de Asperger. Madrid: Paidós.

Artigas-Pallarés, J. (2000). Aspectos neurocognitivos del síndrome de Asperger. Revista de Neurología Clínica, 2000; 1:34-44.

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